MANSO COMO PALOMA PERO ASTUTO COMO SERPIENTE

Vivimos en un mundo donde la mayoría se hacen pasarse de listos, vistiéndose de ovejas, mientras que por dentro son lobos rapaces. Esto se vivía desde los tiempos antiguos como hasta nuestra actualidad. Es por eso que las instrucciones de Jesús hacia sus discípulos son claras al enviarlos a cumplir con la misión. “He aquí, yo os envío como ovejas en medio de lobos, sed pues prudentes como serpientes, y sencillos como palomas”. (Mateo 10:16).

Ser mansos o sencillos es sinónimo de tener sagacidad ante las diversas circunstancias que atenta el espíritu, el alma y la integridad física. El apóstol Pablo hace referencia a la astucia con la sencillez en Romanos 16:19: “Pero quiero que sean sagaces para el bien e inocentes para el mal”.

El Diccionario de la Santa Biblia define el término mansedumbre como “una serenidad de espíritu pacífica y humilde, en virtud de la cual el hombre no se deja arrebatar fácilmente de la cólera con motivo de las faltas ó enojo de los demás”. Por lo que la mansedumbre es una gracia que debe adquirirse por todos los que quieran ser como Cristo: Manso y humilde de corazón.


I. El Señor ordenó que debíamos aprender la mansedumbre. (Mateo 11:29)

Encontramos una de las únicas declaraciones de Jesús hablándose de sí mismo: “aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón” refiriéndose al sacrificio, a la actitud y condición del corazón. “Y hallaréis descanso para vuestras almas”. La paz y el descanso permanente solamente se encuentra en la cruz, rendir y entregar el corazón a Él es lo que conlleva la paz, el descanso pleno para el alma; y el resultado de esa entrega es la mansedumbre y la astucia ante cualquier tentación y pecado que acedia el corazón.


II. Los mansos podrán deleitarse. (Salmos 37:11)

Uno de los resultados de la mansedumbre es la paz que inunda el corazón, recrearse con abundancia de paz. Los manos disfrutan y se deleitan con humildad en la dependencia de la bondad y de la gracia de Dios, teniendo gran bienestar, bendición pura.


III. Dios enseña sus caminos a los mansos. (Salmos 25:9)

Ser mansos es sinónimo de humildad, por lo que tenemos al ejemplo perfecto en humildad. Jesucristo es el único camino para conocer y llegar a la justicia de Dios, solo Él guía,  y provee sabiduría. Esto implica que cada uno de nosotros debemos acudir a esa sabiduría y actuar conforme a la sabiduría de Él. Los mansos y humildes reconocen que no tienen recursos propios, sino acuden a Dios para ejecutar sus proyectos, planes o metas trazadas. Es importante mencionar que lo que tiene valor en el Sistema de Dios es mansedumbre y humildad.


IV. El Espíritu Santo opera la mansedumbre. (Gálatas 5:22-23)

Si tan solamente cada miembro de la familia y de la sociedad se dejara guiar por Dios y aprendiera que Jesús es manso y humilde, no lamentaríamos de los hechos violentos, de tanta maldad, sino habría inundación de paz en el corazón teniendo gran bienestar en todo sentido. La operación del Espíritu Santo en la vida del cristiano, se refleja a través de las virtudes que éste posee y demuestra día a día: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, HUMILDAD, y dominio propio. Estas virtudes solo es producido a través de la guía del Espíritu Santo en la vida del creyente y no por la disciplina moral de tratar de vivir por la ley, ya que no hay ley que condena tales virtudes.


V. Procurar la mansedumbre es un mandamiento del Señor.  (1 Timoteo 6:11)

El hombre y la mujer de Dios huye de las falsas doctrinas, discusiones enfermizos, envidias, los afanes insensatos, codicias; tales cosas hunden a las personas en la ruina y en la destrucción. El hombre de Dios se esmera en seguir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia y sobre todo la HUMILDAD Y la MANSEDUMBRE. En cierto modo es el Fruto del Espíritu o al menos lo que el Espíritu Solo puede causar en nuestras vidas, lo que Él hace por la Cruz que siempre es el objeto de nuestra fe. 


Está claro inequívocamente en el mandato del Señor: Podemos seguir a Él, o podemos seguir otras cosas; ¡No podemos seguir a ambos!

Está en tus manos decidir ser MANSO y ASTUTO o ser parte del montón. Tú eres el cambio.

 

Escrito por Samuel M. Gaspár

Pastor y Músico Adorador

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