EL MISTERIO DEL SUFRIMIENTO HUMANO

 

Todo el mundo se ha sentido alguna vez como Job. Cuando pasamos por pruebas o momentos de sufrimientos, la autocompasión nos suele abrumar. Queremos saber por qué permite Dios que pasemos por pruebas. El libro de Job recoge estas preguntas difíciles, las dudas terribles y la verdadera angustia del que sufre. Este relato puede ayudarnos cuando los problemas nos rodeen, dándonos una pincelada de la perspectiva que Dios tiene de nuestro sufrimiento.

 

El discurso de Bildad puede resumirse con las palabras “Tuviste lo que te merecías”. Bildad y los otros dos amigos de Job, Elifaz y Zofar, habían llegado a la conclusión de que el sufrimiento de Job era consecuencia de algún pecado en su vida.

 

El argumento de los tres hombres no era falso; gran parte de lo que decían era cierto desde un punto de vista teológico, al menos en la teoría. Las Escrituras, especialmente Deuteronomio (Dt. 27, 28) indica que los justos recibirán la bendición de Dios mientras que los malos recibirán su maldición. Tanto Elifaz (15:17-35) como Zofar (20:4-9) reconocieron que en ocasiones los malos disfrutan de una prosperidad temporal como la que tuvo Job. Sin embargo, afirmaron, como hace Proverbios (Pr. 1:17-19; 6:14-15) que los malvados finalmente recibirán su castigo. En cambio Eliú declaró que Dios recompensaría a los justos con prosperidad y seguridad (36:7-11). Salmos enseña la misma doctrina, que todo lo que el justo hace “prosperará” (Sal. 1:3). Razonando de esta forma, los tres amigos llegaron a la misma conclusión: el sufrimiento de Job era una señal de su pecado en su vida (4:1-11; 8:11-22).

¿En qué se equivocaban los consejeros de Job? Su error fue que aplicaron erróneamente una verdad abstracta.

Sí, al final Dios recompensa al justo y castiga al malo. Más aún, él mismo declaró a Moisés que no dejaría sin castigo al culpable (Ex. 34:7). Sin embargo, los amigos de Job no tenían la perspectiva de Dios sobre la situación. Como los discípulos de Jesús, ellos asumían automáticamente que, cuando las calamidades golpean a una persona, Dios estaba castigándola (Jn. 9:1-3). No obstante la historia de Job y la respuesta de Jesús a sus discípulos (Jn. 9:3) indican que el sufrimiento humano no es siempre señal de un juicio de Dios. 

Los inocentes sufren en ocasiones en este mundo caído, pero el Señor cumple su buena voluntad incluso a través de esa tribulación. En el caso de Job, la acusación falsa de Satanás fue refutada y se demostró la soberanía de Dios. El sufrimiento del hombre ciego hizo posible que Jesús manifestase su poder sanador y le transformase en un testigo de su deidad (Jn. 9:3, 30-33). 

Con frecuencia, nuestro sufrimiento o el de otros nos impide ver la realidad de que el Dios soberano está obrando sus buenos propósitos a través de un mundo caído.

Escrito por Samuel M. Gaspár 

Pastor y Músico Adorador

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

MANSO COMO PALOMA PERO ASTUTO COMO SERPIENTE

¿CÓMO PUEDO HACER FELIZ A DIOS?